Muy Ilustre, Fervorosa y Franciscana Hermandad Matriz de Nuestra Señora de la Bella

NUESTRA HISTORIA

La Virgen de la Bella, oficialmente «Nuestra Señora de la Bella Coronada» es una advocación mariana venerada en la ciudad de Lepe (provincia de Huelva, España). Se trata de una obra anónima de finales del siglo xv, atribuida a Jorge Fernández, que preside la capilla sacramental de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Lepe. Presenta la particularidad de ser una «virgen eucarística», al tener un sagrario en su pecho.

Es la patrona de Lepe y su «Alcaldesa Honoraria y Perpetua» desde 1956 y fue coronada canónicamente en 1990. Además, es la titular de la «Muy Ilustre, Fervorosa y Franciscana Hermandad Matriz de Nuestra Señora de la Bella de Lepe».

Se celebran en su honor dos fiestas cada año: la romería y la salida procesional el día de su festividad (15 de agosto). Durante la romería, que tiene lugar el segundo domingo de mayo, es trasladada en procesión hasta la Ermita de la Bella, en El Terrón, el día anterior (sábado) y de vuelta a Lepe el posterior (lunes).

La Virgen de la Bella es una escultura de 1,51 m, íntegramente tallada en madera de nogal -excepto zonas dañadas en 1936- y policromada.[1]​ Por sus características estéticas e iconográficas se data la talla entre finales del siglo xv e inicios del siglo xvi y se enmarca en la imaginería mariana del Renacimiento.[2]​ Se atribuye su autoría, aunque no está acreditada, al escultor sevillano Jorge Fernández o su escuela.[3]​[4]​

La virgen aparece sentada sobre un cojín de color carmesí y borlones dorados en un amplio sillón tallado y sobredorado cuyos altos altos brazos llevan cabeza de querubín en sus extremos. El sillón luce el anagrama mariano en el centro de su respaldo. La virgen sostiene con la mano izquierda al niño Jesús y con la derecha toca suavemente el pie del mismo. El niño sujeta con la mano izquierda un orbe del mundo, que apoya en su muslo izquierdo, mientras bendice con la mano derecha. Ambos tienen el cabello dorado. Ambos están vestidos por una túnica de color jacinto y la virgen lleva además un manto azul, estofados en oro. Se trata además de una virgen eucarística, pues dispone de un pequeño compartimento su pecho a modo de sagrario.

La imagen está relacionada con los frailes franciscanos establecidos en el «Convento de San Francisco del Monte» y posteriormente en Convento de Santa María La Bella. En el siglo xix, tras la Desamortización de Mendizábal, fue trasladada a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán.

Debido a su antigüedad, la imagen ha sido objeto de restauración en 1725-1726,[]​ 1907,[]​ 1936,]​ 1962/63,​ 1982 y 2013.[]​ Especialmente relevante fue la realizada en 1936 por José Navas-Parejo, pues tuvo lugar tras el asalto popular a la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán el 21 de julio de ese año, en el marco de la Guerra civil. Aunque se relata que la imagen fue cegada, fusilada y descuartizada a hachazos antes de ser arrojada al Río Piedras, las radiografías realizadas en 1981 muestran que los daños se circunscribieron a la parte superior del rostro (por encima de los pómulos), parte de su mano derecha y pliegues del manto, así como la mitad del rostro del niño y los adornos del espaldar.

LEYENDA DEL HALLAZGO

La leyenda sobre el hallazgo de la imagen apareció por primera vez por escrito de mano del fraile Fernando de San José, natural de Lepe y residente del Convento de Santa María la Bella, en el año 1673, quien la reprodujo en estos términos:

Día de la Asunción, por los años de 1484 el P. Guardián y religiosos paseaban a orillas del Terrón… Una lancha, tripulada por tres robustos y hermosísimos jóvenes, toma la embocadura del estero y viene a varar frente a los religiosos. «Traemos una caja y rogamos nos la guarden en el convento hasta que tornemos por ella», dijeron los jóvenes. Nueve años estuvo el depósito intacto. Un ermitaño, hombre de la Tercera Orden franciscana, pidió al P. Guardián con tales instancias y de tal forma que le diera permiso para abrirla, que se lo concedieron en presencia de la Comunidad. Apareció entonces la imagen. «Es como la del cielo», exclamó el ermitaño, mientras explicaba la historia de aquel secreto que sólo él conocía por revelación. Procedía de un santo anacoreta muerto en cierta isla lejana. 

Aquellos tres jóvenes que la depositaron eran ángeles encargados por la Providencia de dejarla en este lugar, para que aquí fuese venerada. ¡Bella!, dijeron a una los religiosos. Colocáronla en el retablo mayor de la iglesia; los pueblos comarcanos corrieron en tropel atraídos por la fama del prodigio. ¡Qué bella es!, decían todos, y así quedó consagrado el título de Nuestra Señora de la Bella.

TRASLADO
A LEPE

La imagen permaneció en el convento hasta 1835, año en que fue trasladada a la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán en Lepe. Permanece en la capilla sacramental, ubicada a la derecha del altar mayor, en el lado del Evangelio. Esta capilla, anteriormente dedicada a Ntra. Sra. de la Concepción, fue costeada por Baltasar Rodríguez de los Ríos, natural de Lepe, en 1616.

El Ayuntamiento de Lepe, por acuerdo unánime en sesión plenaria, le concedió a la imagen el título de Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la villa -hoy ciudad-. El 13 de junio de 1992 se celebró la «Coronación Canónica» de la Virgen de la Bella, según Decreto ratificado por el papa Juan Pablo II.

En torno a esta imagen se realizan diferentes actos y cultos haciendo que la devoción hacia Ntra. Sra. de la Bella vaya en aumento y que atrae a personas de localidades cercanas, así como de otras regiones. Entre estos, los actos y cultos que sobresalen por excelencia son la Romería y las Fiestas Patronales que se realizan cada año y que está organizado por la Muy Ilustre, Fervorosa y Franciscana Hermandad Matriz de Nuestra Señora de la Bella, creada en 1954 y erigida canónicamente en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán.

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CITACIÓN AL CABILDO GENERAL ORDINARIO DE ELECCIONES